Un accidente cereborvascular (ACV), comunmente conocido como ictus, consiste en un cambio repentino en la circulación cerebral, dónde un área del cerebro se ve afectada de forma permanente o transitoria bien por una isquemia (falta de oxígeno) o bien por una hemorragia.
Un ictus, puede tener lugar por dos sucesos diferentes: una hemorragia o una isquemia. En el ictus isquémico, una parte del cerebro se queda sin oxígeno, mientras que en el hemorrágico, tiene lugar sangrado dentro del cerebro, comprimiéndolo y dañándolo.
Las secuelas de un ictus, tienen lugar en la parte contraria al hemisferio donde ocurre la lesión. Por ejemplo, si el ictus ocurre en el hemisferio derecho, las secuelas serán visibles sobre todo en la mitad del cuerpo izquierdo. Entre otras, estas pueden ser:
La fisioterapia neurológica es una de las principales herramientas para el tratamientos de los ictus. Esta debe empezar desde los primeros estadíos de la enfermedad.
El objetivo es intentar que la persona recupere su autonomía al máximo posible.
Está demostrado, que la fisioterapia neurológica mejora de manera significativa y notable la calidad de vida, independencia y autonomía de la presona.
Entre otros tratamientos, en fisioterapia neurológica se utilizan: